
Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna
Este 8M ha vuelto a demostrar la gran vitalidad del movimiento feminista, con mĆŗltiples manifestaciones, concentraciones y actividades en las principales ciudades espaƱolas (y del mundo), en defensa de los derechos de las mujeres, de su libertad e igualdad respecto de los varones. A pesar de algunas divisiones, sus principales caracterĆsticas continĆŗan siendo su capacidad unitaria, su diversidad y su coherencia con un feminismo transformador, crĆtico, autónomo y popular.
Expresiva, reivindicativa y masiva fue la manifestación en Madrid convocada por la Comisión 8M, por un feminismo antirracista, antifascista y mÔs
Especialmente expresiva, reivindicativa y masiva, a pesar de la lluvia, ha sido la manifestación en Madrid convocada por la Comisión 8M, por un feminismo antirracista, antifascista y mĆ”s. Desde el punto de vista sociológico, destacarĆa dos rasgos principales: la amplia composición de mujeres jóvenes, y la orientación interseccional e inclusiva.
Distintos estudios demoscópicos señalan el avance y la consolidación de las posiciones igualitarias en las relaciones de sexo/género, sobre todo entre las mujeres jóvenes, aun con reacciones machistas en una parte minoritaria de varones, especialmente jóvenes, al calor de la involución ultraconservadora.
En un estudio reciente de IPSOS, empresa de investigación de mercados, el 58% de las mujeres se consideran feministas, por el 44% de los hombres; pero favorables a la igualdad de gĆ©nero la media es del 75% (82% en las mujeres y 68% en los varones). En un asunto controvertido sobre si se ha llegado demasiado lejos en la igualdad de gĆ©nero, una minorĆa de mujeres (el 44%) dice que no y una mayorĆa de hombres (60%) dice que sĆ; se explican las significativas reticencias masculinas y las mayoritarias exigencias femeninas de seguir adelante, a pesar de las ofensivas conservadoras.
Podemos citar el Ćŗltimo gran estudio del CIS, mĆ”s fiable, de hace poco mĆ”s de un aƱo, sobre la percepción de la igualdad entre hombres y mujeres y los estereotipos de gĆ©nero, con datos sobre el nivel de conciencia feminista. MĆ”s de dos tercios de mujeres (67,2%) y algo menos de la mitad de los hombres (48,2%) consideran que las desigualdades entre hombres y mujeres son āmuy grandesā o ābastante grandesā, y una minorĆa (8,2% y 18,6%, respectivamente) las consideran ācasi inexistentesā.
Son interesantes las respuestas sobre el grado de simpatĆa hacia el movimiento feminista y la percepción subjetiva de pertenencia al feminismo, con diferencias significativas por sexo. Agrupadas en tres grandes bloques, tenemos que, entre las mujeres es muy mayoritaria (58,2%) la respuesta de āmucha simpatĆaā y ābastante simpatĆaā, mientras que, entre los hombres no llega a la mitad (47,1%); en el otro extremo, con āninguna o poca simpatĆaā hay una minorĆa significativa de mujeres (13,2%), mĆ”s elevada entre los hombres (22,2%); en una posición intermedia, de solo cierta simpatĆa, se sitĆŗan menos de un tercio (27,6% y 30,3%, respectivamente).
Esos datos se pueden complementar con la percepción subjetiva que indica el grado de pertenencia colectiva a la corriente sociocultural feminista. AsĆ, agregando las respuestas en esos tres bloques, en el caso de las mujeres se consideran āmuy feministasā o ābastante feministasā, casi dos tercios (60,7%), āalgo feministasā, menos de un tercio (29,2%), y ānada o poco feministasā, solo una pequeƱa minorĆa (8,6%). En los varones estos porcentajes disminuyen hasta menos de la mitad (46,6%), en el primer caso, aunque es un nivel relevante que destacar, y aumentan en los otros dos (38,3% y 13,7%, respectivamente).
Significativa ha sido la respuesta de ambos sexos al enunciado āse ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad que ahora se estĆ” discriminando a los hombresā
Por Ćŗltimo, conviene recordar la respuesta de ambos sexos al enunciado āse ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad que ahora se estĆ” discriminando a los hombresā. Pues bien, una gran mayorĆa del 65,5% de mujeres y el 54,6% de hombres responden āpoco o nada de acuerdoā, aunque hay una minorĆa significativa (32,5% y 44,1%, respectivamente) que responde āmuy de acuerdo o bastanteā; en ella se basa la reacción derechista (anti woke) contra la llamada āideologĆa de gĆ©neroā, asĆ como la demanda de paralización del cambio feminista. Aunque, desde hace un aƱo, ha habido un ligero retroceso y una reafirmación conservadora de una minorĆa de varones, el grueso de la sociedad, especialmente mujeres, persiste en la igualdad de gĆ©nero.
Este tema ha sido controvertido, tambiĆ©n entre las izquierdas, ya que afecta a la valoración sobre las polĆticas feministas llevadas a cabo por el Ministerio de Igualdad en la anterior legislatura y a la reorientación mĆ”s moderada del Gobierno actual. Sin embargo, debe considerarse que ese freno conservador se enfrenta a la mencionada mayoritaria posición transformadora del feminismo y por la igualdad de gĆ©nero, tanto entre las mujeres como entre los varones, que legitiman una acción reformadora consistente y un cambio igualitario de relaciones y de mentalidades, real y sustantivo, lo que implica hacer pedagogĆa con la minorĆa relevante.
Como avanzaba, el motor del cambio feminista son las jóvenes menores de treinta años, con mayor conciencia de su injusta situación de desventaja respecto de los jóvenes varones en un contexto, tras la crisis socioeconómica, de precariedad juvenil, vital y habitacional, mÔs gravosa para ellas.
Por otro lado, en una situación de incertidumbre vital, tambiĆ©n para los varones jóvenes, acostumbrados a mantener ciertas ventajas posicionales, aunque sean relativas, en una minorĆa de ellos, acomodados y conservadores, que llega a la cuarta parte, se ha producido una reacción machista, que pretende bloquear el cambio feminista y abunda en posiciones ultraderechistas y patriarcales.
El motor del cambio feminista son las jóvenes menores de treinta años, con mayor conciencia de su injusta situación de desventaja respecto de los jóvenes varones
Ese avance feminista mayoritario se ha combinado con una ola de indignación cĆvica por esas brechas y desigualdades sociales, con una apuesta sociopolĆtica mĆ”s progresista o de izquierdas, asĆ como con una exigencia personal y colectiva por unas relaciones sociales y laborales igualitarias, incluidos los cuidados, por la libertad sexual y contra las violencias machistas, lo que conforma la cuarta ola feminista.
La discriminación femenina y de los colectivos LGTBIQ+ afecta a una amplia y profunda segmentación por sexo/género y opción sexual y sus desigualdades de estatus, reconocimiento y poder en Ômbitos como las relaciones laborales, sexuales y de género o la paridad representativa. Afecta, cada vez mÔs, a dos aspectos que han cobrado relevancia en este 8 de marzo.
Por un lado, las desigualdades por motivos étnico-culturales o de raza, con particular impacto en las personas inmigrantes, con un fuerte crecimiento en España, y la necesidad de priorizar la defensa de sus derechos e intereses; se trata de desarrollar una cultura antirracista, decolonial e intercultural, clave para la integración y convivencia en las clases populares españolas y europeas.
Por otro lado, la ofensiva polĆtica, relacional y cultural de carĆ”cter reaccionario y ultraconservador de las nuevas fuerzas de extrema derecha que pretenden hacer retroceder los derechos feministas hacia un modelo tradicional y patriarcal de subordinación femenina; requiere una trayectoria democratizadora y antiautoritaria, comĆŗn a otras fuerzas sociales.
De ahĆ, el carĆ”cter mĆ”s multidimensional, interseccional e inclusivo del presente feminismo, abarcando toda la diversidad y complejidad de la acción emancipadora, con la conformación de un proceso unitario y complementario de problemĆ”ticas singulares, sujetos colectivos e identificaciones parciales, en una dinĆ”mica cooperativa de respuesta y, al mismo tiempo, de conjunción y superación, en un proceso identificador feminista mĆ”s global e interrelacionado respecto de las especificidades y la diversidad de cada dinĆ”mica particular, que evite sus efectos disgregadores.
Se trata de fortalecer el feminismo frente al machismo, de articular procesos identificadores de ese sujeto colectivo, anclados en la realidad de opresión especĆfica pero asociada a la dinĆ”mica social y cultural progresista y los valores universalistas de igualdad, libertad y solidaridad, constitutivos del feminismo en estos mĆ”s de dos siglos. Supone continuidad emancipadora y renovación y adecuación prĆ”ctica y teórica ante las nuevas realidades sociales.