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Aleix Sales | @Aleix_Sales

El dramaturgo Iván Morales se estrena en la dirección cinematográfica trasladando un material propio al medio audiovisual. Amparándose en el éxito cosechado sobre las tablas de los escenarios la pasada década, Esmorza amb mi es un retrato generacional cuyos personajes, millenials encaminándose hacia la cuarentena, son atravesados por un trauma que les condiciona en sus actos del presente. Para su pintura, Morales apuesta por un relato coral centrándose por tramos en cada personaje para terminar confluyéndolo todo, permitiendo así focalizarse de un modo más intenso en los puntos oscuros de cada uno, en una decisión que evidencia el origen teatral del texto.
Esmorza amb mi es cine anclado en una tipología de gente muy reconocible en este entorno, que entabla cuestiones muy propias del grupo de edad
Decíamos que los sujetos de Esmorza amb mi están marcados por hechos dolorosos pero Morales, salvo en el caso de Anna Alarcón -mujer que ha sufrido un accidente de tráfico quedándose en una silla de ruedas- no los explicita de una forma basta y subrayada, sino que apuesta por una cierta sutileza para que el espectador, intuyendo por dónde van los tiros, pueda construir el origen de la angustia de sus criaturas. Este tratamiento confiere al film un ritmo pausado y un halo de inquietud que hierve a fuego lento una olla a presión que, sin embargo, no acaba de explotar, sin recompensar del todo la paciencia de un espectador ávido de revelaciones o giros más contundentes. Es decir, que más allá de lo que apuntan las múltiples historias en adecuado clima establecido por Morales, su resolución no aporta sustancialmente nada más a lo dibujado previamente. Asimismo, no todas las historias causan el mismo impacto, siendo la de Álvaro Cervantes -músico urbano alejado de su arte tras una tragedia con su compañera artística-, la más bien confeccionada y memorable gracias, en buena parte, al magnífico uso del paisaje sonoro empleado para vestir su ambiente malsano y, también, al magnetismo de su intérprete. El resto del reparto no le va a la zaga, pero juegan con elementos menos lucidos y una puesta en escena que se pone por detrás del guion, poniendo de manifiesto la naturaleza escénica del contenido.
Destacando también por la captura fidedigna que hace del barrio del Raval –pocas veces ha sido filmado con tanta transparencia y verosimilitud-, Esmorza amb mi es cine anclado en una tipología de gente muy reconocible en este entorno, que entabla cuestiones muy propias del grupo de edad que plasma como el éxodo rural, la sexualidad no normativa o la presión por una fama cultural pretérita, que encontrará el beneplácito de su público objetivo -todo aquel subido a la parroquia del cine en catalán intimista- y dará a conocer a uno de los autores teatrales más preciados de la Catalunya contemporánea.