
Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna
De Gaza a Los Ángeles se está perpetrando un modelo de descomposición del Estado liberal. A pesar de la inmensa diferencia entre uno y otro caso, hay un denominador común: la falsedad como justificación del uso indiscriminado de la violencia de Estado.
En Gaza, hace mucho tiempo que se han franqueado todas las líneas rojas que deben exigirse a un país civilizado. Israel, ya se sabe, hace ostentación de eludir las normas, leyes y mandatos de la sociedad internacional. Se lo reclama de forma retórica a sus enemigos, pero se reserva la inveterada costumbre de no respetarlos, basado en un artero concepto de derecho a la defensa. Israel hace muchos años que no se defiende. Ataca por sistema, por instinto, por el disfrute de la seguridad que supone no estar expuesto a represalias de envergadura creíble. Israel ha convertido el uso, abuso, exceso y crimen en una filosofía política.
Israel hace muchos años que no se defiende. Ataca por sistema, por instinto, por el disfrute de la seguridad que supone no estar expuesto a represalias de envergadura creíble
Esas afirmaciones no son fruto de ese antisemitismo que sus cómplices sacan a relucir cada vez que se denuncia el comportamiento intolerable de sus dirigentes, avalado por la gran mayoría de una sociedad cada día más intolerante, mas extremista. Anteriores responsables del gobierno o del Ejército, difícilmente sospechosos de ser enemigos del sionismo, se han sumado a las críticas. En otros tiempos fueron interpretes fieles de sus planes de expansión, pero con ciertos límites impuestos por la decencia o simplemente por un sentido interesado de autocontrol.
El exprimer ministro Ehud Olmert, un liberal que terminó su carrera política bajo la ignominia de ciertas sospechas de corrupción, atacado desde la derecha y la ultraderecha sin piedad, ha vuelto a permitirse una de las críticas más feroces de la deriva de su país, desde dentro mismo del sistema.
En una tribuna que sólo el diario izquierdista Haaretz se atrevió a publicar (más tarde reproducida por algunos periódicos occidentales), Olmert afirma con rotundidad lo que todo el mundo está viendo y permitiendo: que Israel comete “crímenes de guerra en Gaza”. Cada palabra, cada término de su escrito están medidos, para minimizar el riesgo de ser considerado como un antipatriota o, peor aún, como un traidor (1).
Olmert reconoce que, inicialmente, se resistió a aceptar el término genocidio, pero ite que ya no puede considerar exagera esa acusación. Considera al gobierno como el responsable final de una política “intencionalmente mortífera”. Tampoco exonera a los medios, por presentar una “versión edulcorada” de los hechos.
El exprimer ministro israeli Ehud Olmert afirma con rotundidad lo que todo el mundo está viendo y permitiendo: que Israel comete “crímenes de guerra en Gaza”
Pero lo más curioso es su ingenuidad, o su diplomacia, al mostrarse candorosamente agradecido por las críticas de los dirigentes europeos. A Olmert parece satisfacerle esa política de complicidad por defecto, de pasividad, de justificación de origen por los ataques de Hamas del 7 de octubre en que se instalaron las grandes potencias europeas. La voz de España, pionera en la denuncia, seguida luego de Irlanda y de otros países nórdicos no ha tenido fuerza suficiente para cambiar el mensaje común.
LA MALA CONCIENCIA NO LO EXPLICA TODO
Europa, dos semanas después de haber puesto el grito retórico en el cielo, sigue sin hacer nada práctico. Se resiste a sancionar a Israel e invoca un alambicado procedimiento de revisión de los acuerdos de cooperación. Alemania se ha convertido en el gran escollo, con su política de defensa a ultranza de Israel convertida en “razón de Estado”, como declaró Angela Merkel ante la Knesset en 2008. Aunque la brutalidad israelí ha sacudido los cimientos de esa política, como sugiere el semanario de centroizquierda DER SPIEGEL, el actual gobierno de Berlín no se atreverá a ir muy lejos (2).

La mala conciencia no lo puede explicar todo. El miedo casi irracional de ser tachado de antisemitas ya no puede justificar esas conductas políticas. El abominable holocausto nazi está viviendo una recreación en Gaza con otros protagonistas. Los descendientes de las víctimas se han convertido en los verdugos de este tiempo.
Ni Alemania ni Europa han tenido con Rusia tantos escrúpulos. La guerra económica se desencadenó desde los primeros momentos de la invasión de Ucrania. En Gaza se está disparando contra civiles indefensos cuando tratan desesperadamente de hacerse con alimentos que Israel permite entrar a cuentagotas, en una forma despreciable de crimen de guerra, como afirma Olmert y algún otro dirigente con un rastro de decencia, como el exjefe del Ejército Moshé Yalon, que habló de “limpieza étnica”.
La voz de España, pionera en la denuncia, seguida luego de Irlanda y de otros países nórdicos no ha tenido fuerza suficiente para cambiar el mensaje común
Resulta aún más difícil de digerir el comportamiento de los medios liberales y sus principales gurús, que no escatiman apelativos para juzgar la política de Rusia y. en cambio, se dejan enredar por el lenguaje burocrático de los responsables europeos, lo que les convierte en una especie de anestesistas de lo que está ocurriendo cada día, cada hora a la martirizada población palestina.
La mala conciencia no lo puede explicar todo. El miedo casi irracional de ser tachado de antisemitas ya no puede justificar esas conductas políticas. El abominable holocausto nazi está viviendo una recreación en Gaza con otros protagonistas. Los descendientes de las víctimas se han convertido en los verdugos de este tiempo.
Hay pocos argumentos en esta política europea del avestruz. Comprar, aunque sea con matices, el argumento de que Hamas puede controlar los alimentos que reparten las organizaciones de ayuda internacionales revela una falta de sensibilidad atroz por la suerte de las víctimas. Dar pábulo a que los milicianos fundamentalistas se refugian entre la población para dificultar su localización y aniquilamiento es una exhibición de cinismo. ¿No utilizaban tácticas similares los resistentes contra el nazismo? ¿Eso acaso desautorizaba su lucha?
Europa dice estar contra la ocupación ilegal de Palestina, pero acepta los falsos argumentos de Israel hasta límites que no consiente en otros Estados expansionistas y/o agresivos. Europa ha caído en una cobardía moral que será muy difícil de reparar.
En Gaza se está disparando contra civiles indefensos cuando tratan desesperadamente de hacerse con alimentos que Israel permite entrar a cuentagotas
TRUMP NO CALLA, CONSIENTE
Desde Estados Unidos, no cabía esperar, ni con Biden ni con Trump, ni con quien fuera que ocupara la Casa Blanca otra cosa. Que al expresidente no le gustara el primer ministro israelí, que lo maltrató y humilló cuando era el segundo de Obama, no impidió que eludiera cualquiera de las opciones que se le presentaron desde el Departamento de Estado para limitar su apoyo militar.
Trump, que hace ostentación de un autoritarismo rancio y de una iración casi adolescente por los dirigentes saturados de esteroides, se ha desentendido de la tragedia palestina. Con indiferencia, con desprecio, con inhumanidad. Los analistas y medios liberales lamentan esta despreocupación de Trump por guardar las apariencias. Uno de los asesores de varios presidentes demócratas en las interminables, frustrante y quizás fraudulentas negociaciones de paz, Aaron David Miller, se lamentaba de que Israel haya “perdido el paso” de la política norteamericana en la región. Más concretamente, Miller se inquieta porque Trump y Netanyahu, que solían caminar al unísono, ya no lo hagan” (3).
Quizás esa sea otra de las falsas apariencias que Washington practica en lo que a Israel se refiere. El actual presidente, después de despachar su solución para Gaza con aquella afirmación de una grosera insensibilidad (hacer de la franja un resort, bajo el control de Estados Unidos y sus socios del Golfo), ha perdido interés, como un niño que, al no saberle sacar partido a un juguete, lo deja abandonado en el desván.
El último episodio de esta barra libre con la que opera en la escena internacional ha sido la captura, fuera de sus aguas jurisdiccionales, de una flotilla que pretendía desembarcar alimentos y ayuda básica en Gaza
A Israel le importa poco o nada que desde la Casa Blanca le dirijan sermones morales inútiles. Asegurados el suministro de armamentos y la cobertura diplomática que le libra de incómodos ejercicios hipócritas en la ONU puede vivir con ese espléndido aislamiento del que se alimenta, con su pose de víctimas convertidas en dueño de unos poderosos mecanismos de impunes represalias.
El último episodio de esta barra libre con la que opera en la escena internacional ha sido la captura, fuera de sus aguas jurisdiccionales, de una flotilla que pretendía desembarcar alimentos y ayuda básica en Gaza. Ya ocurrió en 2010 y se recordará lo que pasó entonces. Quienes podían mover un dedo, no lo hicieron. Turquía se erigió en defensor de la causa palestina, lo que provocó un incidente diplomático y la ruptura de un ensayo de entendimiento entre Ankara y Jerusalén.
LA SOMBRA DE LA DICTADURA
Trump no calla sobre Palestina: consiente. Porque le da igual y porque está ocupado en sus guerras internas, las únicas que, salvando sus negocios internacionales, le interesan. Quiere aniquilar cualquier oposición interna, aprovechar el racismo nunca resuelto de la sociedad norteamericana y usar a los inmigrantes como chivo expiatorio de un malestar social sin remedio. La xenofobia en la que se complace no es ideológica: es oportunista. Como todo lo que hace.
Netanyahu y sus fanáticos socios religiosos de gobierno combinan un nuevo fascismo expansionista y aniquilador con intereses políticos de supervivencia política
Si ha desplegado unilateralmente 4.000 guardias nacionales y 700 marines en Los Ángeles no es porque haya un “riesgo para la seguridad nacional”, como ha proclamado falsamente. El objetivo es doble: castigar a California, un Estado que se resiste a sus delirios xenófobos y, al mismo tiempo, demostrar a uno de sus escasos potenciales rivales actuales en el Partido Demócrata, el gobernador Gary Newsom, que puede cortarle la hierba bajos sus pies (5). Humillarlo, reducirlo a un dirigente local, aunque el Estado que gobierna acaba de superar a Japón como la cuarta economía del mundo. Ante una actuación tan desproporcionada, es lógico que las autoridades estatales hayan presentado una querella contra la istración federal (6). Los puentes parecen cortados y Newsom habla ya “fantasma de un presidente dictatorial”.
Robert Reich, secretario de Trabajo con Bill Clinton y hoy profesor emérito de la Universidad de California, asegura que “estamos asistiendo a las primeras fases del estado policial de Trump”. En su visión, los siguientes pasos están definidos: 1) declaración del Estado de emergencia; 2) implicación de agencias federales para aplicar el uso exclusivo de la fuerza (FBI, DEA, Guardia Nacional); 3) detenciones y arrestos sin el debido proceso judicial; 4) creación de campos de detención y prisiones especiales; y 5) declaración de la ley marcial (7). Reich quizá se anticipa demasiado, pero el autoritarismo y violencia física y política de Trump no augura nada razonable.
Por supuesto, estos crímenes contra el Estado de Derecho y las libertades están lejos de los que practica Israel. No sólo, claro ésta, por su alcance y dimensión. También por su inspiración. Netanyahu y sus fanáticos socios religiosos de gobierno combinan un nuevo fascismo expansionista y aniquilador con intereses políticos de supervivencia política. Trump sólo se mueve por motivaciones personales egoístas, por mucho que sus diversas bases electorales se autoengañen con su conservadurismo redentor.
NOTAS
(1) “Israël commet bien des crimes de guerre à Gaza”. EHUD OLMERT. LE MONDE, 4 de junio.
(2) “How the Gaza War Is Changing 's View of Israel”. DER SPIEGEL, 29 de mayo.
(3) “Trump and Netanyahu Were Marching in Lockstep—Until They Weren’t”. AARON DAVID MILLER (CARNEGIE FOUNDATION). FOREIGN POLICY, 3 de junio.
(4) “Putting the bully in bully pulpit, Trump escalates in L.A. rather than seeking calm”. LOS ANGELES TIMES, 9 de junio.
(5) “Trump vs. California. ANDREW A. GRAHAM. THE ATLANTIC, 9 de junio.
(6) “California Lawsuit Challenges Trump’s Order Sending National Guard to L.A.”. THE NEW YORK TIMES, 9 de junio.
(7) “We are witnessing the first stages of a Trump police state”. ROBERT REICH. THE GUARDIAN, 9 de junio.