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viernes. 13.06.2025
TRIBUNA POLÍTICA

La justicia como continuación de la guerra por otros medios

Negar la politización de este caso es tan absurdo como insistir en la planeidad de la tierra.
El juez Ángel Hurtado

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Si se buscan sinónimos de “guerra” en el DRAE, se encuentran palabras como contiendaenfrentamiento, conflicto, conflagración, lucha, pelea, pugna, pleito, lid, batalla, combate, choque y refriega. Recuerdo que los sinónimos son de “guerra” y no de “política” aunque, a muchos que seguimos la vida política, y no solo la española, nos puede parecer que esas son características que se dan en las relaciones entre nuestros representantes políticos.

Por eso, no me importa volver a utilizar un título que empleé hace poco en otra colaboración con este medio en la que hablaba de el que pueda hacer algo, que lo haga.

Los jueces, y fiscales, se manifiestan en la calle contra decisiones políticas, de los poderes ejecutivo e, incluso, legislativo, como simples ciudadanos dotados de opinión política y libertad para expresarla

Imagínense una justicia que se dedicara a perseguir a todos los funcionarios que no cumplieran con su obligación de custodiar la información a su cargo con "reserva y confidencialidad". Imagínense también una justicia que investigara como delito todo nombramiento en la istración que se guiara por criterios de amiguismo o de cercanía familiar. E imagínense una justicia que se dedicara a buscar algún delito en la conducta de cualquier persona por el mero hecho de estar casada con alguien en concreto. Supongamos, por último, que, en los tres casos, se llegara a sendas sentencias de culpabilidad, ya que cosas más raras se han visto. ¿No sería inquietante tanta eficacia judicial?

Bueno, tranquilícense, esa justicia no existe en España. A no ser que se sea fiscal general del Estado nombrado por Pedro Sánchez, hermano de Pedro Sánchez o mujer de Pedro Sánchez, no existen riesgos de que el procedimiento judicial se ponga en marcha para perseguir esas conductas como las que enumeré anteriormente.

Pongamos, entonces, que hablo del juez Hurtado y de su ya famoso auto de procesamiento al fiscal general del Estado donde le acusa de 53 páginas de cosas que se pueden resumir en que desmintió un bulo que perjudicaba a la Agencia Tributaria y a la propia fiscalía general del Estado.

En él, dice que recibió indicaciones de Presidencia del Gobierno para cometer ese presunto delito. Por las mismas, podría decir que las indicaciones venían de la Unión Ciclista Internacional (UCI), por ejemplo. Y, desde luego, me alegro mucho de que no me achaque, a mí mismo, el haberle dado esas indicaciones. Porque, de la misma forma en que lo hace, podría haber acusado a cualquiera. Pero, no nos despistemos, no se llega a ser juez, y mucho menos del Tribunal Supremo, si uno es tonto. Y, de lo que se trata, es de hacer lo que se pueda para desplazar a Pedro Sánchez del Palacio de la Moncloa. Por eso, la UCI, y yo, podemos estar tranquilos ya que no estamos en Presidencia del Gobierno.

En la guerra política, decir "ríndase a la democracia" es una estupidez al nivel de quien lo enuncia y solo demuestra su deseo de lograr la victoria y su incapacidad para lograrlo por medios reglados

Porque, efectivamente, el juez instructor, en su extenso auto, dice, antes de cualquier otra cosa, que el acusado ha cometido el delito "a raíz de indicaciones recibidas de Presidencia del Gobierno". Esa afirmación que, luego, ni motiva ni, mucho menos, prueba, no llega a tener ningún valor jurídico ya que no añade a nadie de esa Presidencia del Gobierno como inductor del supuesto delito, además de los dos investigados.

Lo que si tiene esa conjetura del instructor es un valor político de enorme importancia. Porque, lo que jurídicamente tiene que motivarse y probarse, en el ámbito político, sobre todo cuando parece que vale todo, es una percha para colgar un argumento interesado. Cosa que no ha tardado, ni minutos, en colgar Feijóo de ella una nueva petición de dimisión de Pedro Sánchez, titular de esa Presidencia de Gobierno "acusada" de dar indicaciones (eufemismo de ordenar) para la comisión del presunto delito. ¿Se ha encontrado Feijóo esa percha o sabía de antemano en que parte del armario iba a estar? Junto al "p'alante" y los sucesivos anuncios de lo que iba a pasar, todo parecen ser capítulos de un procesamiento anunciado del fiscal general del Estado. Alguien podría considerar ese primer "hecho" que señala el instructor como una declaración de intenciones.

Por ello, negar la politización de este caso es tan absurdo como insistir en la planeidad de la tierra. Y, una vez, que se acepta esta politización, como muchas otras, resulta difícil evitar que algunos jueces terminen siendo tan sospechosos como los árbitros de futbol. Si el VAR tiene mucha más prisa en observar la conducta de un fiscal general "chivato" antes que la de un defraudador confeso, traten ustedes de explicar las delicatessen judiciales que justifican eso. Si, además, los jueces, y fiscales, se manifiestan en la calle contra decisiones políticas, de los poderes ejecutivo e, incluso, legislativo, como simples ciudadanos dotados de opinión política y libertad para expresarla, como no van a poder enseñar el plumero en ocasiones especiales, aunque lleven la toga puesta.

Y, claro, en esa tesitura, ¿cómo decidir si debe dimitir, o no, el fiscal general del Estado, en su situación jurídica, y política? Jurídicamente, no tiene ninguna obligación de hacerlo y políticamente, no tiene ninguna ventaja que lo haga, excepto para aquellos que están empeñados en ello desde que fue legítimamente nombrado.

En la guerra política, decir "ríndase a la democracia" es una estupidez al nivel de quien lo enuncia y solo demuestra su deseo de lograr la victoria y su incapacidad para lograrlo por medios reglados. Entre los que se lo están, ahora, diciendo a García Ortiz, hay gente muy curiosa. Esa asociación de fiscales que le denunció, y por tanto, inició el camino judicial para su destitución, comprueba que, eso, no es suficiente para, de momento, conseguir su propósito. Por eso se pasa al "ríndase al prestigio de la institución". Si esa es toda su aportación a la fatwa de Aznar, no creo que les pongan ninguna medalla por sus méritos de guerra. Pero, como ya se sabe, hay gente para todo, hay también quien, en un ejercicio de condescendencia con el fiscal general, dice que su dimisión le beneficiaría a él mismo. Ladrar a la luna no me parece menos inteligente que eso.

Pero, debe ser una apreciación mía. Seguro que esta estrategia está tan bien diseñada y calculada que no me extrañaría que fuera cosa de alguna IA especializada.

La justicia como continuación de la guerra por otros medios